Rebeldía en la Adolescencia

En la adolescencia son normales los cambios. A veces estos cambios vienen acompañados de actitudes y conductas rebeldes. Es importante saber distinguir cuando esta desobediencia en la adolescencia es una postura normalizada y adecuada para afrontar el cambio a la madurez o por el contrario es una señal de un malestar psicológico o emocional.

Desde Psico3 te ayudamos a lidiar con estos cambios y/o evaluar hasta que punto forman parte del desarrollo normal o es necesario un acompañamiento terapéutico que alivie el malestar que puede estar provocando las conductas disruptivas.

Adolescencia rebelde

Cuando se llega a determinadas edades muchos adolescentes cambian su actitud. Se vuelven más reservados ante los adultos. Se tornan más temerarios. E incluso, en algunas ocasiones, pueden llegar a mostrar una actitud agresiva.

Se tiene que diferenciar dos tipos de rebeldía adolescente. Por un lado está el adolescente que siempre ha tenido cierta actitud de desobediencia, que desde edad preescolar ya muestra posturas desafiantes que van en aumento a medida que va creciendo. Por otro lado están los menores que con una infancia con un mayor nivel de tolerancia y adaptabilidad cambian. A partir de los diez años empiezan a mostrar cambios en el comportamiento. Casi siempre estas alteraciones van asociados a cambios ambientales (como entrar en el IES), hormonales o sociales.

Características de la rebeldía en la adolescencia

Aunque cada persona es un mundo y no se puede generalizar, en la adolescencia suele haber diferencias en como se manifiesta la rebeldía entre chicos y chicas.

Rebeldía en los chicos

Entre los chicos es más común que expresen su malestar mediante actos físicos. No suelen manejarse con soltura dialogando cuando se encuentran en situaciones que perciben de presión. Su forma de expresar que tienen una opinión contraria o que están enfadados es a través de portazos, palabras fuertes, golpes sobre objetos, etc.

Ante estas explosiones de ira no encuentran muchas alternativas para calmarse y redirigir la conversación a buen puerto. Por lo que suelen aumentar la agresividad hasta sentir que el otro va a parar (para sentir que ganan) o marcharse airadamente dando por zanjada la discusión.

Necesitan sentir que ganan y encuentran en la agresividad verbal y/o física su mejor arma.

Rebeldía en las chicas

Al contrario que en la caso de los chicos, las adolescentes mujeres encuentran en la dialéctica excesiva su mejor arma ante lo que no les gusta o para conseguir lo que desea.

Suelen entrar en “guerras” de comunicación continuas en las que todo vale con tal de quedar por encima. Son capaces de emplear con saña la ironía y el sarcasmo. Intentan hacerse prevalecer frente a la figura adulta despreciando sus opiniones y, en ocasiones, empleando la humillación del contrario.

No son conscientes del daño que pueden hacer y, en la mayoría de las ocasiones, no sienten lo que dicen. Lo dicen para hacer daño. Sólo como un arma para sentirse ganadoras.

Cómo tratar con un hijo rebelde

Algunas claves para tratar con la rebeldía del adolescente son:

Paciencia infinita

Es difícil gestionar a un adolescente desobediente. Especialmente ante sus explosiones, que pueden ser constantes. Entrar en “guerra” con ellos con sus mismas armas es una batalla perdida casi con seguridad. Por eso es importante mantener la calma todo lo que sea posible. Y desde una distancia emocional intentar controlar la situación.

Verles como chicos y chicas que sufren y que no saben aún manejar sus emociones y cambios ayuda a tener la paciencia necesaria para aguantar estoicamente sus ataques. Esperar a que las aguas se calmen para volver al tema que precipitó la batalla es mejor solución que desgastarnos intentando que nos escuchen a toda costa.

Escucha activa

Cuando llegan a la adolescencia ya no es tan fácil hablar con ellos. Se muestran reservados y parece que solo se abren con sus amigos. Por eso es necesario no parecer detectives en un interrogatorio. Cuanto más se les presione para que nos cuenten sus cosas mas se cerraran en monosílabos. Hay que permanecer atentos a los momentos en los que, de forma natural, comenten cuestiones relacionadas con su día a día. No interrumpirlos y permanecer atentos y comprensivos es la clave para que no se sientan juzgados y confíen en nosotros.

A veces es necesario acercarse a temas “complicados” a través de atajos indirectos. Películas, series y amigos son áreas que sirven para abrir canales de comunicación importantes. Así podremos conocer e intercambiar opiniones sobre cuestiones que nos interesa conocer. Problemas, drogas, alcohol, sexo, estudios, etc sin despertar suspicacias y muros.

Mantener límites pero con negociación

Si se establecen límites es importante respetarlos. Al igual que respetar los límites impuestos por el otro progenitor o adulto de autoridad. Eso si, la rebeldía en el adolescente se manifiesta especialmente en intentar traspasar esos límites para conseguir sus fines. Es importante saber ceder y entrar en la negociación.

Se debe intentar que el adolescente se “gane” su deseo. Mejor que cumpla antes con lo que se les imponga que se comprometa para después. Así tendrá la sensación de que los padres siguen ejerciendo la autoridad pero sintiendo que se le entiende y comprende.

Castigos y premios acertados

Cuando son niños funciona como castigo amenazarlos y quitarles sus bienes más preciados. En la adolescencia, especialmente si es rebelde esto no funciona. Es importante que los castigos y premios sean acordes con lo que se ha hecho o conseguido. No deben sentir que es aleatorio. Sino que las conductas tienen consecuencias razonables y coherentes.

Conclusiones de la adolescencia desobediente.

La rebeldía en la adolescencia es un rasgo muy común. Saber manejar estas actitudes puede ayudarnos a comprender mejor al adolescente y a evitar conflictos.

El adolescente, debido a los cambios que experimenta, sufre y hace manifiesto este sufrimiento en forma de ataques y explosiones.

Desde Psico3, en nuestra consulta en el Centro de Madrid, te ayudamos a entender, prevenir y paliar las consecuencias derivadas de la rebeldía adolescente.